Despierto, fuera llueve
y no llueves tú.
ni entre las piernas,
ni en cielo de la boca.
Aún así me gusta la lluvia,
siempre me gustó,
me gusta tanto como
arrancarte los pantalones
mordisco a mordisco,
y lamer con ansia la pena
que se te escurre entre
los labios.
© MaRía