Tengo menos compasión que gato hambriento.
La visión y el contacto con las bestias
o con hombres que se comen entre ellos
de un bocado es belleza de fuego.
El tocarlo todo
medirlo con vara del infierno,
desear las piernas ajenas
la boca del otro,
los muslos, el gemido,
el fondo oscuro de las cosas.
Y no hablo de calmar
esas bestias;
lejos de mí,
tal vez,
hable del silencio
como un animal
que persiste
en el centro de la casa,
brutal, casi ebrio.
Yanina Magrini