jueves, 2 de abril de 2020

Brisa











En el caudal de tu mirada
se columpia lento
un matiz coronado
por un verso improbable,
que en miscelánea
de duda se debate
entre las costuras
de un profundo permanecer.

Vuelan los sentires
con su frescura indómita,
vienen cabalgando en la brisa
con la limosna de la ansiedad
de una razón que espera
y en su simbiosis
mutan  insaciado,
se confiesan, se alejan
al país de los sueños
secretamente guardados.

Agapxis ©


*Gracias 


miércoles, 1 de abril de 2020

Cuando todo esto pase




Cuando todo esto pase quiero que sigas diciéndome que me quieres. Andabas pensando que el final estaba próximo y activaste el corazón dormido por los afanes. Te extraño, me dijiste, y como si fuera la última conversación entre nosotros, me pediste una y otra vez me cuidara.

Cuando todo esto pase, porque pasará, deseo que recuerdas la falta que te hizo mirarme a los ojos. Los artefactos tecnológicos habían desviado tu atención y la concentraron en el único mundo que reconocías como tuyo. Te lo pedí tantas veces y no te dignaste. Solo cuando no estuve allí, esperando que levantaras tu vista, supiste lo importante que era.

¿Añoraste las reuniones aburridas, verdad, ahora que la empresa ordenó teletrabajo? ¿Y deseaste saber de los compañeros fastidiosos que te amargaban la tasa de café, cierto?

Entonces la humanidad también era importante. 

Cuando todo pase, porque más temprano que tarde la vida volverá a ser igual, admira los parques por donde no quisiste caminar y las aceras que eludiste con desdén. Tantas veces pudiste detenerte frente a los jardines a observar cómo las gotas del último rocío se deslizaban por los pétalos amarillos, pero andabas de carrera.

El tiempo era escaso, te dijiste, y no podías desperdiciarlo. Por eso nunca esperaste que te respondiera el saludo aquel transeúnte al que le preguntaste cómo estaba.

Cuando todo pase, y esta historia de terror sea apenas una imagen lejana, ten presente tu encierro.  Creías, a medida que avanzaban las noticias, que aquello era ficción. Eso solo podía pasar en el cine, pensaste, mientras los únicos paisajes que observabas eran las enormes paredes blancas de la habitación. Pero ocurrió, y deseaste volar desde el balcón para bañarte con la luz de la luna llena.

Cuando todo esto pase porque, aunque hoy no lo parezca, un buen día acabará, valora la vida como el único bien preciado. En estos días, que serán cosa del pasado, sentiste al virus muy cerca y creíste que en cualquier momento llegaría a tocar tu puerta para arrebatarte lo que cuidaste sin esmero. Viste la muerte en una tos repentina y un resfriado pasajero. La existencia es corta, resignaste, antes de inventariar las cosas que dejaste de hacer y sentir que era muy tarde para volver a enamorar a tus seres queridos. 

Cuando todo pase, porque es claro que pasará, despliega las alas y vuelve a volar. Siente la libertad que se perdió en tu conciencia y muchas veces menoscabaste con arrogancia. Respira el aire que  viene desde el cielo y juega con la brisa que te entregaron como obsequio. Cuida el agua que desperdiciabas a borbollones y una tarde se agotó en el supermercado. Come lo debido y no incurras en excesos. Guarda lo que sobre, porque a alguien le faltará. Y haz un uso racional de la riqueza natural que faltó, para que el planeta descanse de ti como, en medio todo, lo hizo en estas épocas. 

Y no olvides, nunca más, de dar gracias por lo que tienes y creíste perder cuando nada fue como antes. 


Alberto Martínez Monterrosa 

lunes, 9 de marzo de 2020

Mi amante



Desnuda, mi funesta amante
de piel vencida y casta como deshabitada,
sacudes sobre el lecho voces
y ternuras contrarias a mis manos,
y un crepúsculo escucho entre tu cuerpo
cuando al caer en ti agonizo
en un nacer marchito, sin el duelo
comparable al temor de tu agonía.

Contigo transparento la caída
de un alud o huracán de rosas:
suspiros de manzanas en tumulto
diciéndome que el hombre está vencido,
confuso en amarguras y vacías miradas.
En ti respondo al mundo, y en tu cuerpo
respiro ese sabor de los sepulcros;
una noche no más, y tu mirada
persiste, implora y vence entre mis ojos,
decidida a una lucha prolongada
donde el recuerdo se convierte
en esa área languidez del pensamiento,
como materia de tus ojos mismos.

Lloras a veces arrojando
fúnebres aguas de perfume ciego,
como si desprendida de una antigua idea
vinieras hasta mí, tan clara
como un ángel dormido en el espacio,
a dejar evidencia, luz y vida;
y en tus lágrimas miro surgir tu suave piel
como si en ellas prolongaras
o hicieras más probable tu existencia,
derramando el aroma de tu sueño
sobre esta soledad de tu desnudo.

  Alí Chumacero

jueves, 5 de marzo de 2020

Buscando una estrella




Monto un caballo cojo y ciego.
En la negra noche lo anima mi fusta.
En la negra noche lo anima mi fusta.
Monto un caballo cojo y ciego.

Me lanzo en esta larga noche tenebrosa
buscando una estrella,
buscando una estrella.
Me lanzo a la campiña amplia, negra y desierta.

Torvo es el caballo que monto.
La estrella no aparece aún.
La estrella no aparece aún.
Torvo es también el jinete.

Entonces una luz de cristal aparece en el cielo.
En la campiña desierta cae el caballo.
En la sombría noche se alarga mi cadáver.
Entonces una luz de cristal aparece en el cielo.



Hsu Chih Mo







sábado, 29 de febrero de 2020

Oscuridad




Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.
El brillante sol se apagaba, y los astros
vagaban diluyéndose en el espacio eterno,
sin rayos, sin senderos, y la helada tierra
oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;
la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo
consigo el día…


 Lord Byron

lunes, 24 de febrero de 2020

Alma mía



Hora tras hora, día tras día,
Entre el cielo y la tierra que quedan
Eternos vigías,
Como torrente que se despeña
Pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
Después de marchita;
De las ondas que besan la playa
Y que una tras otra besándola expiran
Recoged los rumores, las quejas,
Y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,
Negros tormentos, dulces mentiras,
¡Ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
En dónde, alma mía?

Rosalía de Castro 



Fecha de nacimiento: 24 de febrero de 1837


miércoles, 12 de febrero de 2020

Tierra Prometida





Puedo soltarme el pelo
abandonarme en vos
estarme quieta.

Desordenar el sol en nuestra casa
volver sobre mi
y encontrarte.

Dejar el equipaje,
disfrutarlo:
mi tierra prometida son tus manos.


      Gisela Galimi



   



martes, 11 de febrero de 2020

Tu alma




Y sentía tu alma pulcra y triste como sientes la luna que se desliza calladamente detrás de los visillos corridos.
Y sentía tu alma pobre y encogida, como un mendigo, con la mano tendida delante de la puerta, sin atreverse a llamar y entrar,
Y sentía tu alma frágil y humilde como una lágrima vacilando en el borde de los párpados,
Y sentía tu alma ceñida y húmeda por el dolor como un pañuelo en la mano en el cual gotean lágrimas,
y hoy, cuando mi alma quiere perderse en la noche, solamente tu recuerdo lo detiene con invisibles dedos de fantasma
Tristan Tzara

domingo, 9 de febrero de 2020

De este largo viaje hacia la lluvia

Dame la mano, amor, que no podemos...

Dame la mano, amor, que no podemos
descansar todavía.
Tendrás que recorrer conmigo el tiempo;
mira cuánta distancia hasta la nieve,
cuántos copos de tierra
para olvidar los ojos del pasado
y encontrar el mañana
con un beso en la boca.

Ya sé que estás herido;
que te fatiga
atravesar la noche
                                y tienes miedo
de que, al final,
nos aguarde tan sólo la tristeza.

Ya sé que te rendiste
muchas veces al sol que deshidrata
todos los corazones;
pero yo te he salvado
trayendo un fresco arroyo hasta tus venas.

Si no puedes con todo
te llevaré en los brazos.
Has visto que soy fuerte
y que puedo arrasar todo el abismo.

Mataré los jaguares si se atreven
a acercarse a nosotros.
Antes de que emprendiéramos el viaje
cogí todas las armas
que tú me regalaste
y me mentalicé para la lucha.

Puedo con el desdén de las anémonas,
con la desilusión
de todos los reptiles,
con la envidia mortal del aguacero.

Apóyate en mi hombro.
A mí nada me agota,
ni siquiera la lluvia.

María Luisa Mora Alameda 

martes, 4 de febrero de 2020

Búsqueda




Busco tu rostro
entre todos los rostros
en las enmarañadas ciudades
para detener esta desazón mía
de cordillera cansada

Vuelvo mi cabeza que gira
como una hoja desprendida

Afuera
el sol cae a pedazos
sobre los cuerpos
y los perros vienen a buscarme
para terminar el sueño

Pero me levanto
lucho con todos los fantasmas
hasta tocar la lluvia
de tus manos.

Magdalena Fuentes Zurita©

Imagenes: Flora Borsi ©



Poeta chilena, nacida en Los Ángeles, en 1946. Ha publicado: Memorial de las puertas Códigos  "La armonía del tren y esa inefable música" (1996), Versos de espantapájara" (1997, y segunda edición en 1998), "Canto de amor de Eurídice", "Es necesario continuar el asombro", "Adolescente amor", etc.

 Parte de su trabajo ha sido traducido al francés e inglés y aparece en variadas antologías como: "500 poetas latinoamericanos" (1992), "Poetas del nuevo mundo" (1991), "La poesía erótica en Chile" (2000), etc. Fue becada en el Fondo del Libro con "Antología de la adivinanza en Chile".

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
.