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miércoles, 1 de abril de 2020

Cuando todo esto pase




Cuando todo esto pase quiero que sigas diciéndome que me quieres. Andabas pensando que el final estaba próximo y activaste el corazón dormido por los afanes. Te extraño, me dijiste, y como si fuera la última conversación entre nosotros, me pediste una y otra vez me cuidara.

Cuando todo esto pase, porque pasará, deseo que recuerdas la falta que te hizo mirarme a los ojos. Los artefactos tecnológicos habían desviado tu atención y la concentraron en el único mundo que reconocías como tuyo. Te lo pedí tantas veces y no te dignaste. Solo cuando no estuve allí, esperando que levantaras tu vista, supiste lo importante que era.

¿Añoraste las reuniones aburridas, verdad, ahora que la empresa ordenó teletrabajo? ¿Y deseaste saber de los compañeros fastidiosos que te amargaban la tasa de café, cierto?

Entonces la humanidad también era importante. 

Cuando todo pase, porque más temprano que tarde la vida volverá a ser igual, admira los parques por donde no quisiste caminar y las aceras que eludiste con desdén. Tantas veces pudiste detenerte frente a los jardines a observar cómo las gotas del último rocío se deslizaban por los pétalos amarillos, pero andabas de carrera.

El tiempo era escaso, te dijiste, y no podías desperdiciarlo. Por eso nunca esperaste que te respondiera el saludo aquel transeúnte al que le preguntaste cómo estaba.

Cuando todo pase, y esta historia de terror sea apenas una imagen lejana, ten presente tu encierro.  Creías, a medida que avanzaban las noticias, que aquello era ficción. Eso solo podía pasar en el cine, pensaste, mientras los únicos paisajes que observabas eran las enormes paredes blancas de la habitación. Pero ocurrió, y deseaste volar desde el balcón para bañarte con la luz de la luna llena.

Cuando todo esto pase porque, aunque hoy no lo parezca, un buen día acabará, valora la vida como el único bien preciado. En estos días, que serán cosa del pasado, sentiste al virus muy cerca y creíste que en cualquier momento llegaría a tocar tu puerta para arrebatarte lo que cuidaste sin esmero. Viste la muerte en una tos repentina y un resfriado pasajero. La existencia es corta, resignaste, antes de inventariar las cosas que dejaste de hacer y sentir que era muy tarde para volver a enamorar a tus seres queridos. 

Cuando todo pase, porque es claro que pasará, despliega las alas y vuelve a volar. Siente la libertad que se perdió en tu conciencia y muchas veces menoscabaste con arrogancia. Respira el aire que  viene desde el cielo y juega con la brisa que te entregaron como obsequio. Cuida el agua que desperdiciabas a borbollones y una tarde se agotó en el supermercado. Come lo debido y no incurras en excesos. Guarda lo que sobre, porque a alguien le faltará. Y haz un uso racional de la riqueza natural que faltó, para que el planeta descanse de ti como, en medio todo, lo hizo en estas épocas. 

Y no olvides, nunca más, de dar gracias por lo que tienes y creíste perder cuando nada fue como antes. 


Alberto Martínez Monterrosa 
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