viernes, 14 de octubre de 2016

Turismo [interior ]

El paisaje se hizo visible en aquello que siempre había sido, piedras, árboles, barrancos, montañas.
 Los tres hombres ya no están aquí.
 El cornaca abre la boca para hablar, pero vuelve a cerrarla. 
El maníaco de los barritos comenzó a perder consistencia y volumen, a encogerse, se hizo redondo, transparente como una pompa de jabón, si es que los pésimos jabones que se fabricaban entonces eran capaces de formar esas maravillas cristalinas que alguien tuvo el genio de inventar, y de repente desapareció de la vista. 
Hizo plof y se esfumó.
El viaje del elefante (fragmento)
José Samargo



Dicen los entendidos que existen dos clases de turismo: interior y exterior.

                  En mi vida habitual suelo discrepar muy mucho de las opiniones expertas, no por mi carácter rebelde, no, sino más bien porque me gusta descubrir las cosas por mí misma, y la influencia experta puede “intoxicar” en cierta medida mis experiencias. Pero en este caso, creo que jamás antes estuve tan de acuerdo con una clasificación como con esta. Y es que me parece de lo más acertada. Aunque, tenga la sensación, que yo no la veo exactamente como ellos la entienden.





             Me da que pensar, que el turismo exterior es el clásico, aquel en el que sales con amigos, amor, niños, etc. con todos o solo con algunos, todo el mundo coge sus cachivaches favoritos, su cámara de fotos, sus chanclas con tira de velcro, aquel pareo que siempre quisiste ponerte y que él siempre quiere que te pongas, las gameboys de los niños y ni cortos ni perezosos, coges un autobús, un coche, un tren, un avión o incluso un transbordador espacial y una vez llegas al destino, haces y dejas pruebas de tu estancia allí, cuanto más mejor, importante la cantidad. 



Muy importante








En el turismo interior, una necesita ir sola, porque en este caso, el viaje, además de hacia afuera es hacia adentro.





Por que… no sé…, por si uno tiene algún rincón por descubrir….



[uno que no aparezca en las guías]

jueves, 13 de octubre de 2016

A veces ..




A veces

no cabe esperar nada
cuando el sol del estío reseca nuestra piel
cuando aún vestidos de agua y sal 
el agua se escurre, se escapa
no alcanza
mientras en el alma
la llovizna de desatino 
empapa, hunde
mientras la sal
corroe nuestra garganta


A veces

 no cabe gritar nada
cuando el oído es sordo
de quien da la callada por respuesta
el grito se ahoga en las entrañas
mientras en la tripa se forma 
el quiste y nos deforma
la sonrisa.

A veces

 mejor borrar
barrer, tirar, desescombrar
recuerdos de algo que no fue nada
porque nada son las mentiras, 
cuando se tejen entre distancias 
y cercanas palabras.

A veces

mejor 
no ser mejor
ni tan siquiera intentarlo
ponerse la piel de camaleón
porque de garras afiladas
están las letras [des]hechas
de caballeros y doncellas
de princesas y mendigos
de tanto cuento grotesco

de tanto te quiero perrito
pero pan, pan
poquito

MaRía




Más allá del cuerpo ...





Reconstruir un cuerpo
fragante en la memoria:
ingresa en el recuerdo semidiós
y en el olvido, viento.

El tacto: narraciones
de una teogonía suficiente:
ninfas en la saliva, los mensajes
de iris en la sangre, el asediar
de amazonas, cuantas alegorías
quisiéramos del fuego, la conciencia
suprema de la piel.

El cuerpo amado nunca
es solamente un cuerpo.












Ilustración: Elena Martyniuk
Poema: Aurora Luque

martes, 11 de octubre de 2016

Crimen

Últimamente los días y las noches
se parecen demasiado,
si algo aprendí en esta ciudad
es que no hay garantías ,
nadie te regala nada. 


Crimen. Gustavo Cerati


Hoy asesiné un poema
lo asesiné, a sangre fría
antes de nacer 
cuando estaba distraído
intentando ser 
en el vacío de mis pensamientos.

Lo asfixié hasta su fin
sin sentir ningún remordimiento
en practicar[me] ese aborto.

Estrangulando sin piedad
las arterias de sus palabras
engendradas contra mi voluntad
después de haber ingerido 
algunos tragos de semen envenenado
por la ingesta de una estéril venganza
en un devaneo de mi mente.

Cayó, redondo al suelo 
como fruto podrido 
mucho antes de tiempo.

Nadie vio nada,
nadie, escuchó un solo gemido.

Lo maté con silencio 
de mi
 callada boca ,
antes de parirlo en un impulso
abandonándolo a su suerte 
a plena luz del día 
en cualquier zanja pestilente
donde otros lo encontrasen
y lo matasen de desprecio.

MaRía



ViSióN

¿Acaso fue en un marco de ilusión,
En el profundo espejo del deseo,
O fue divina y simplemente en vida
Que yo te vi velar mi sueño la otra noche?

En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
Taciturno a mi lado apareciste
Como un hongo gigante, muerto y vivo,
Brotado en los rincones de las noches
Húmedos de silencio,
Y engrasados de sombra y soledad.

Te inclinabas a mí supremamente,
Como a la copa de cristal de un lago
Sobre el mantel de fuego del desierto;
Te inclinabas a mí, como un enfermo
De la vida a los opios infalibles
Y a las vendas de piedra de la Muerte;
Te inclinabas a mí como el creyente
A la oblea de cielo de la hostia...
—Gota de nieve con sabor de estrellas
Que alimenta los lirios de la Carne,
Chispa de Dios que estrella los espíritus—.
Te inclinabas a mí como el gran sauce
De la Melancolía
A las hondas lagunas del silencio;
Te inclinabas a mí como la torre
De mármol del Orgullo,
Minada por un monstruo de tristeza,
A la hermana solemne de su sombra...
Te inclinabas a mí como si fuera
Mi cuerpo la inicial de tu destino
En la página oscura de mi lecho;
Te inclinabas a mí como al milagro
De una ventana abierta al más allá.

¡Y te inclinabas más que todo eso!

Y era mi mirada una culebra
Apuntada entre zarzas de pestañas,
Al cisne reverente de tu cuerpo.
Y era mi deseo una culebra
Glisando entre los riscos de la sombra
A la estatua de lirios de tu cuerpo!

Tú te inclinabas más y más... y tanto,
Y tanto te inclinaste,
Que mis flores eróticas son dobles,
Y mi estrella es más grande desde entonces.
Toda tu vida se imprimió en mi vida...

Yo esperaba suspensa el aletazo
Del abrazo magnífico; un abrazo
De cuatro brazos que la gloria viste
De fiebre y de milagro, será un vuelo!
Y pueden ser los hechizados brazos
Cuatro raíces de una raza nueva:

Y esperaba suspensa el aletazo
Del abrazo magnífico...
¡Y cuando,
te abrí los ojos como un alma, vi
Que te hacías atrás y te envolvías
En yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra!



Delmira Agustini- De Los cálices vacíos
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