viernes, 7 de noviembre de 2014

Tú, que sales Yo , que despierto

Tal vez, no llegues a saber nunca cuanto me das, en mis sueños.

Quizás mis palabras no sean capaces de exponer todo lo que mi cuerpo experimenta cuando abro la puerta y apareces en mi vida

Cuando, al cerrarla, tras de ti, nuestro mundo toma forma, y nada existe más allá del umbral que acabas de atravesar.

Mis manos hablan por mis labios, mis dedos te recorren, mi boca sella la tuya.

Mi mirada se hunde en el fuego de tus ojos.

Tus manos me desabrochan los botones de mi camisa, y yo hago lo propio contigo.

La pared nos ayuda. Después el sofá, la cama, el piso. Todos los rincones, todas las posturas.

Tu dominio, mi servidumbre.

La fuerza, el abandono, la niebla en la mente, la falta de control. El placer más sublime.

Los gemidos, los suspiros, las palabras entre dientes; ninguna negativa, todo vale, todo se acepta.

Se invierten los papeles.

Te dejas, te tomo, te recorro, me das, te bebo y sientes llegar.

Abrazos, palabras entrecortadas, al unísono.

Caricias, abrazos, mimos, besos tiernos.

Nuestros cuerpos, apenas cubiertos por prendas arrugadas.

Tú y yo fundidos.

El tiempo, el reloj, las horas.

Tú que no quieres, yo que no pido,

 te miro con ojos diciéndote "no te vayas".

Un abrazo más, dos, tres, decenas...

Mi mano abre la puerta

Tú, que sales

Yo , que despierto

Y ya no puedo seguir sin dejar de pensar en ti.

MaRía


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