sábado, 5 de noviembre de 2016

El mapa del amor


    Amal lee hasta bien entrada la noche. Lee y deja que fluyan las palabras de Anna, sondeando suavemente los sueños, esperanzas y tristezas que habían sido etiquetados y guardados.

         Los papeles, pulidos por la fragilidad del tiempo, las hojas cubiertas de palabras inglesas por una pequeña mano que escribe con firmeza, inclinando ligeramente las palabras. Amal se ha decidido por el tipo y el tamaño de papel, así como por el color de la tinta. Otros documentos están en francés. Algunos están en sobres, otros vagamente agrupados en carpetas coloridas de ante.

      Hay una revista verde grande y en el cinturón de cuero marrón un pequeño ojo de cerradura de bronce, incrustado en la hebilla. Amal se encuentra en un rincón con una bolsa hecha de fieltro verde, como si hubiera sido confeccionada en algún proyecto de aula-en su interior dos anillos de boda, uno más pequeño que otro. Mira atentamente los grabados de su interior y al principio sólo puede distinguir una fecha: 1896. 

    En un sobre marrón grande encuentra sesenta y cuatro páginas de pura escritura árabe ruq´a. Amal reconoce la mano firme de inmediato: Letras verticales cortas pero rectas, ángulos agudos, la cola del ya escondida bajo su cuerpo. La mano definida y controlada de su abuela.

       El papel es blanco y de alineación estrecha, unido entre placas de mármol gris. Las páginas, rígidas, crepitan. Al abrirlas, suavizan su postura rígida. Algunos recortes de periódicos: Al-Ahram, Al-Liwa, The Times, Daily News y otros. Un programa de teatro a la italiana. Otro bolso, esta vez de terciopelo azul oscuro. Lo había puesto patas arriba con la palma de su mano y derramó una cadena de rosarios de madera pulida con una borla de seda negra.

      El resto del día su mano olía a madera de sándalo antiguo. Algunos cuadernos con dibujos diferentes. Varios libros de práctica de caligrafía árabe. Varios libros de ejercicios árabes, citas, notas, etc. Un medallón hecho de un metal de pesado colgaba de una fina cadena de acero. Cuando se presionaba el resorte, se abría y aparecía la imagen de una mujer joven. Es una pintura exquisita y la estudia con atención varias veces. Dice que tiene que conseguir una lupa para poder ver mejor los detalles.

       El cabello de la mujer joven es rubio, lo lleva suelto y ondulado, al estilo de los famosos prerrafaelistas. Tiene una frente lisa y clara, un rostro ovalado y una barbilla delicada. Su boca está a punto de sonreír. Sus ojos son de un tono azul extraño, más bien violeta, y miran directamente. Son muy expresivos. Hay una fuerza en la mirada, una voluntariedad, casi podría hablarse de rebeldía. Es la mirada que una mujer usaría-habría usado-si le pidiera a un hombre, un desconocido, que la sacara a bailar.

     La fecha en la parte posterior es de 1870 y en la tapa cóncava alguien había grabado una pequeña llave dorada. 

Ahdaf Soueif

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