Cuando llegaba descarado
Provocaba mil incendios
Entonces,
Nos dejábamos llevar
Cómo monstruos sin cabeza
O ángeles alados
Carne en carne viva
Sangrando sin dolor.
Impregnado el aire
Con su olor,
De mí olor
Gatos en celo
Con la piel erizada
En lo alto del tejado
Donde nadie nos
Podía salvar
De la cuerda floja.
María ©
27/09