jueves, 24 de enero de 2019

Palabras al desnudo VIII



Sabía que antes o temprano sucumbiría a esas ganas , a ese pálpito, esa molesta y a la vez placentera sensación, recorriendo sus piernas, cómo un ejercicio de hormigas en busca de su panal de miel.

  Era tiempo de dejar el luto, de despojarse de ese duelo  que sentía inmerecido. Su corazón estaba a salvo, guardado en un diminuto cofre de plata, ahogándose cuando algo la emocionaba, conteniendo la hemorragia, en esa puta caja estanca.

  Se dirigió al clóset en busca de algún frasco que contuviese unas concretas fragancias. Olía uno a uno todos los frascos del armarito, ni uno indicaba su composición, aún así tenía la certeza de identificarlos.

  Repetía una y otra vez los tres aromas, una vez, otra, otra, mientras sus ganas iban en aumento.

 Estaba decidida a cruzar el umbral, a sentir otro aroma en su piel, decidida a que en su lecho, en sus sábanas, en su sexo, cuando alcanzase el orgasmo , esa noche entre temblores benditos , mientras se hacía etérea, mientras tocaba el cielo bajando a los infiernos, dejaría de balbucear su nombre, dejaría entrar en su piel otro hombre, otro renacer, en definitiva volvería a la vida

María©
11/08/2018

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