sábado, 4 de febrero de 2017

De monjas y cuervos


Golpean con soles
nada se acopla con nada aquí
y de tanto animal muerto
 en el cementerio de
huesos filosos de mi memoria

Y de tantas monjas como cuervos
 que se precipitan a hurgar
entre mis piernas
la cantidad de fragmentos me desgarra
impuro diálogo
un proyectarse desesperado de la materia verbal
liberada a sí misma
naufragando en sí misma.



El infierno Musical.

 Alejandra Pizarnik 

viernes, 3 de febrero de 2017

Cómo pájaros azules...

Los Ángeles navegan siempre...
Un necesario acontecer los llama
 hacia seguras islas
 de recuerdo y nostalgia.

Ardientes Rosas de los Vientos 
crecen sobre el pecho,
 librado de mármoles tempranos
y una remota música de brújulas 
les traza itinerarios sobre un atlas de nube
,hacia dolientes rumbos de lunas desoladas

Están entre archipiélagos de sombras,
reinando sobre imperios de glaciales contornos

Cruzan la absorta dimensión del aire,
y el alba numerosa que los llevase
 ilumina de pájaros azules.

Los Ángeles, 
sin rostro y sin memoria
navegan por los cauces nocturnos de la sangre.

Un cielo azul,
 invicto y despejado,
cuida su paz de sueños sin fronteras


Delfina Acosta

jueves, 2 de febrero de 2017

Soldado a su cuerpo


   Sus caricias poseían una extraña cualidad. Unas veces eran suaves y evanescentes, otras, fieras, como las caricias que Elena había esperado cuando sus ojos se fijaron en ella; caricias de animal salvaje. 

   Había algo de animal en sus manos, que recorrían todos los rincones de su cuerpo, y que tomaron su sexo y su cabello a la vez, como si quisieran arrancárselos, como si cogieran tierra y hierba al mismo tiempo.

   Cuando cerraba los ojos sentía que él tenía muchas manos que la tocaban por todas partes, muchas bocas tan suaves que apenas la rozaban, dientes agudos como los de un lobo que su hundían en sus partes más carnosas. 


    Él, desnudo, yacía cuan largo era sobre ella, que gozaba al sentir su peso, al verse aplastada bajo su cuerpo.


   Deseaba que se quedara soldado a su cuerpo, desde la boca hasta los pies.

Fragmento de "Delta de Venus"

Anaïs Nin



Fotografía:Mikhail Makarenkov

martes, 31 de enero de 2017

Y yo...También

domingo, 15 de enero de 2017

De ⚯⚯ Domingos



Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias
de esta cama donde te deseo.

Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.

Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.

Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.

Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.

LLueve copiosamente
sobre mi cara
y sólo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza...










En la doliente soledad del domingo
Gioconda Belli

viernes, 13 de enero de 2017

La promiscuidad del detalle




El primer plano de un rostro es tan obsceno
 como un órgano sexual visto de cerca.
 Se trata de un órgano sexual.
 La promiscuidad del detalle,
 el zoom-in,
 adquiere un valor sexual.

Jean Baudrillard

miércoles, 11 de enero de 2017

O

   

El joven no dijo nada más. La acarició tan largamente en los labios de la hendidura de la vulva que O empezó a jadear hasta perder el aliento.
      Después de haberse hundido en ella, el joven cambió la vulva por el ano, pronunciando en voz muy baja: “O”. 
      Ella sintió que se cerraba en torno de aquella estaca de carne que la empalaba y la hacía arder.

Historia de O 
Pauline Réage 
Fragmento

la noche 75

En mis versos, de rimas melodiosas, he cantado suficientemente la amargura de la ausencia y el triunfo de aquella cruel con cuyo alejamiento he sufrido tanto.

Ahora he engarzado en un hilo de oro mis versos, admirablemente labrados, y quiero solamente cantar las cosas de alegría y la expansión del alma.

Los jardines perfumados de rosas, las gacelas de ojos negros, las cabelleras de las gacelas.

La cruel fué al jardín de mis delicias, sus mejillas las rosas del jardín, sus pechos las peras y las granadas, y su carne la miel y el rocío.

Pero en adelante, quiero pasar tranquilamente la vida con tiernas vírgenes, flexibles como las ramas nuevas, y entre beldades intactas como perlas que no se han perforado.

Al son de los laúdes melodiosos, bebiendo la copa en las manos del escanciador, en las praderas de rosas y narcisos.

Y aspiraré todos los perfumes de la carne, y sorberé la delicada saliva de los labios, prefiriendo los gruesos y de rojo obscuro.

Y mis miradas reposarán en sus miradas. ¡Y nos sentaremos cerca del agua cantora de mis jardines!

Alex Timmermans

Las mil y una noches 

Hatuma Djaora

   

      En aquellos tiempos vivía en Wagadu una mujer extraordinariamente hermosa... se llamaba Hatuma Djaora, pues era de la familia de los Djaora. Era las más hermosa de toda la comarca.

 Su padre le dijo:

     -No quiero que te cases con un hombre que no hayas elegido tu misma. Yo no te impondré ninguno. ¡Haz tu voluntad!

 Hatumata dijo:

     -No me casaré con un hombre porque sea rico, porque tenga muchos caballos o ganado, pues no me gustan los hombres ricos sino sólo los astutos

La astuta. Hatumata Djaora. Sahel

Amantes



una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío....



Alejandra Pizarnik
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