lunes, 27 de marzo de 2017

Noche Oscura




En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

 Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

 ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!

 En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

 El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.




San Juan de la Cruz
*Noche oscura*

domingo, 26 de marzo de 2017

Primigenios



Al principio los hombres no vivían sobre la tierra.
 Existían solamente un hombre y una mujer,
 y éstos vivían debajo de la tierra.
 Ambos eran los primeros y los únicos,
 y no sabían que cada uno de ellos
 tenía un sexo diferente

El Decameron Negro




lunes, 27 de febrero de 2017

FugaZes




Entramos en la cabina y estábamos allí solos los dos.
Nos miramos sin hacer otra cosa.
Dos vidas, un instante, la plenitud, la felicidad…
En el quinto piso ella bajó y yo, que continuaba,
comprendí que nunca más la volvería a ver,
que era un encuentro de una vez para siempre
y que aunque la hubiera seguido lo habría hecho como un muerto,
y que si ella se hubiera vuelto hacia mí
lo hubiera podido hacerlo desde el otro mundo.


Encuentro en el ascensor de Vladimir Holan, 
[Traducción  Clara Janés]


jueves, 23 de febrero de 2017

Miradas



Y tal vez nos miraban
los maniquíes y los campesinos,
la multitud de los semáforos 
y los niños del puente 
sin saber que pasaba
nuestro amor en la historia movediza,
palabras rodeadas por los brazos,
la intimidad del vértigo,
el único refugio.

Las palabras son cuevas en la velocidad,
si tienes agua secreta,
sobre todo si surgen del pasado,
como aquel coche rojo 
que subió la ladera
y se detuvo bajo los castaños.

Yo no sé lo que pasa,
pero dejaron de ladrar los perros
y la tarde se hizo más extensa 
detrás del parabrisas:
su primero la ciudad,
su pintura de torres y de cúpulas
en la raya del campo,
luego mansedumbre violeta de luz,
después el infinito.

Luis García Montero
El coche





sábado, 18 de febrero de 2017

EternaL



La eternidad es el lecho infinito
cama donde reposa
un tiempo in-definido
© MaRía
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