martes, 20 de junio de 2017

En el concierto - I



                 Hacía calor y la noche empezaba a caer, cosa que todos los asistentes al festival agradecieron después de todo el día bailando bajo el sol. De vez en cuando desde el escenario algún tipo pasaba unos minutos echando agua de un lado a otro con una manguera. Todo el público levantaba los brazos en señal de agradecimiento y pedían más agua que les refrescara de aquel calor del mes de julio.

             Uno de los grupos terminó su actuación y los siguientes se preparaban respirando hondo, repasando letras, hablando entre ellos y tomando alguna que otra cerveza bien fría para combatir ellos también el bochorno del comienzo del verano.


               Mientras, a pie de escenario varios grupos de personas descansaban sentados en el suelo, bebían también cualquier cosa que estuviera fría, charlaban animadamente y se reían de todo esperando que el próximo grupo saliera a actuar.

            Ana se encontraba muy cerca del escenario y cuando miró el plan de actuaciones para esa tarde comprobó que no conocía al siguiente grupo que iba a tocar a continuación. Pensó que descubrir grupos nuevos en directo siempre era mejor que hacerlo por la radio. Pasaron unos minutos hasta que el presentador salió de nuevo, micrófono en mano para anunciar que volvieran a tomar todos posiciones porque el siguiente grupo venía fuerte y según decía los haría saltar y cantar como ninguno otro lo había hecho; le entró la curiosidad, no se sabía las canciones pero siempre podía saltar y bailar que al fin y al cabo de eso se trataba, de pasarlo bien.

       Alguna de sus amigas dijo que era un grupo muy bueno y que el batería la traía loca por lo guapo que era. Pero no fue el batería quien llamó la atención de Ana si no la voz del grupo.

                El vocalista que sonreía según salía al escenario seguido del resto de componentes que saludando al público tomaron posición para empezar a tocar, ajustó el micrófono en medio del escenario sin dejar de mirar a todos como si estuviera analizando la situación sobre la cantidad de gente que se había congregado para escucharles tocar.

               Observaba con atención sus movimientos, el pelo rizado le caía sobre los hombros y le llegaba casi a la cintura, negro como el azabache y con un brillo precioso. Vestía de negro como casi todos los grupos que habían tocado aquel día y estaba suficientemente cerca como para ver que la forma de sus labios era increíblemente bonita.

                      Antes de empezar la música le vio sonreír y ponerse serio de repente, mirando muy fijo a un punto lejano y abriendo los brazos hasta el punto de quedarse haciendo la forma de la cruz. Era la señal para que el resto del grupo supiera que estaba preparado y podían empezar a tocar pero a ella, le pareció un gesto muy original para un comienzo de actuación.

                   El batería dio unos compases y el guitarrista le siguió al momento arrancando gritos y aplausos de todos los que estaban allí, muchos de ellos porque reconocieron la canción y la seguían el ritmo esperando para cantar al mismo tiempo que Aamon, como se hacía llamar vocalista, había empezado a moverse por el escenario y movía la cabeza al compás de la batería, levantando los brazos y llegando de nuevo a la altura del micrófono.

              Su voz explotó en los enormes altavoces a la vez la de los cientos de asistentes, una voz gutural y ronca que mantuvo durante más de 15 segundos en un comienzo de canción espectacular, y Ana observó como toda su piel se erizaba, no se esperaba algo así.

              Ella bailaba y se movía siguiendo la música y acompañando a sus amigas que cantaban letra a letra esa canción, gritando piropos al cantante y tirando besos al batería.Pero solo tenía ojos para él, no podía apartar su vista de su larga melena y miraba sus labios moverse de forma muy expresiva al cantar.

            De vez en cuando, él  se acercaba al borde del escenario y miraba fijamente a un punto concreto del público incitándoles a cantar y a gritar a su mismo ritmo.

          Vio a un grupo de chicas dando saltos y cantando con el la canción y se acercó hasta ese punto. Casi todas le seguían al pie de la letra, alguna se iba de una palabra a otra pero conocían la canción con lo cual le escuchaban a menudo que era lo que le encantaba a él.

            Pero... Una de ellas no articulaba palabra, solo se movía con la música sin cantar y parecía no conocer del todo la canción. No fue aquello lo que llamó la atención del cantante, sino el azul de los ojos de Ana que le miraban como quien descubre un regalo en Navidad y sabe que no podrá abrirlo hasta pasados unos días.
Sonreía y se sonrojaba al ver que el estaba tan cerca pero no podía tocarle...

          Y ahora quien sonreía era él, y lo hacía directamente hacia ella, no hacia el grupo de chicas.

          Se dio cuenta y no solo ella, todo aquel que estaba cerca pudo notarlo, esa sonrisa llevaba un mensaje oculto pero no conseguían descifrarlo. Sin embargo, ella lo leyó completo, supo que había visto algo distinto en sus ojos, en su forma de moverse sin conocer la canción, en lo extraño que le resultaba saber que no había escuchado ni una sola de las canciones de su grupo.

             Quizá era eso lo que llamara su atención, que ella no le daba importancia ni intentaba disimularlo ante sus amigas que si sabían de la existencia de su música.

              Continuó cantando y moviendo su cabeza agitando el pelo a lo largo de todo el escenario y de vez en cuando se paraba delante de ella para hacer algún gesto con su sonrisa, algún guiño de ojo que se escapó para su sorpresa y cuando llegó el momento de una de las canciones más lentas y calmadas incluso se sentó al borde del escenario a la altura de aquel grupo de chicas entre los que estaba Ana mirando como embobada la forma en que sus labios se movían y de su garganta salía una voz tan especial como suave y melodiosa.

                La miraba directamente a ella y supo que en algún momento quería conocerla, quería ver más cerca aún esos ojos azules que no dejaban de admirarle desde ahí abajo y saber más de esa chica que parecía no encajar en todo ese ambiente de rock y música metalera.

                La actuación llegó a su fin y como siempre, agradeció a todo el público su asistencia y prometió volver con más fuerza y más canciones nuevas.

Agotada, sudorosa por tantos saltos que pegó bailando Ana decidió que tenía que conseguir mucho mas de ese grupo, quería tenerlo todo y disfrutar de su música siempre que quisiera.

          Hizo fotos mientras tocaban pero en quien centró el objetivo de la cámara fue mayormente en Aamon. Le encantaba como movía la melena de un lado a otro, como sonreía al mirar directamente al público que enloquecía con algunos compases y saltaban al ritmo de la música.
Acabaron el cierto y poco a poco todos los componentes del grupo fueron saliendo del escenario saludando con la mano a la vez que bajaba las escaleras que daban a bastidores.

          Aamon bajo por las escaleras también no sin antes echar la vista atrás y volver a mirar directamente a Ana a los ojos, sorprendiéndola con un guiño y una sonrisa pícara que quiso decir que ahí no acababa aquel encuentro....

© MaRía


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Aún

[Dark windows by Elle Cannelle]


Si solo pudieras ver
El dolor que me estás causando
Lo siento en mi sangre
Me está quemando


Un hemisferio en una cabellera



[Elena Martyniuk]



             Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire.


          ¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música.

      Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana.

          En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor.

              En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes.

            En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la no-che de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco.

         Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.

lunes, 19 de junio de 2017

Te quiero sin motivos y también por mil razones"...

La voz en la niebla



Los Ángeles son nuestros:
 son nuestras alas rotas;
son las anclas dormidas 
sobre lechos de herrumbres,
en la raíz penosa de la tierra.
Es nuestra voz de niebla
 y de distancia:
-esa que no pudimos usar en el instante
de elegir el camino marinero.
Los ojos de los Ángeles 
no duermen:están en nuestras órbitas
 salobres buscando el necesario reverso de la luz.
 Y sus labios sumisamente eligen
las palabras que nombran la morada del sueño.
Sus manos son jazmines sellados de silencio, 
junto a una cruz de nieve, eterna y pura

Delfina Acosta

miércoles, 14 de junio de 2017

En la despedida


[it's  Snowing by Apelaths]

Hay una palabra que queda
 sin terminar de pronunciarse; 
no con la boca,
 si no con el alma,
esa en la que se nos va un suspiro ,
 un suspiro al filo de abismo, 
suspendido 
y que se hace ovillo en nuestro corazón 
© MaRía




(lo dejé en la casa de Gó y me gustó)

Folky


Donde hubo fuego, hubieron bailes, 
hubieron cantos y topo tipo de rituales. 


Hubieron cuentos y hubo historias 

sobre tragedias y comedias épicas, y glorias. 


Donde hubo un fogón habrá guitarra, 

donde hubo sol cantó la cigarra, 

y de las cenizas, una canción renacerá. 


Un poco folky, folk you, folk me, folky. 

Un poco folky, folk you, folk me.


[con Pity Alvarez]


martes, 13 de junio de 2017

Entre la llovizna


Hay historias que nacieron
para ser bailadas, 
 para no ser contadas.
historias que anidan
en los senderos del alma
Hay historias
que no se cambian por
nada.

© MaRía



lunes, 12 de junio de 2017

Pérfida humedad

            

                   Una vez en la bañadera, aquella noche de tempestad, desprenderme de los ojos la imagen obsesiva del espejo, en momentos en que ya el agua resbalaba por mis carnes, las penetraba como una reconfortante cura oclusiva que me inspiraba otro género de voluptuosidad, cosquilleante voluptuosidad que me compelía a compenetrarme con el elemento multiforme que me rodeaba, que me acariciaba, que me poseía en un abrazo resbaladizo listo siempre a reproducir, de una manera lujuriosa y yo diría que pérfida, el contorno de mi cuerpo súbitamente laxo y placentero, apto ahora para sólo pensar en él.





La tejedora de coronas
Germán Espinosa 
 - fragmento : pg 14-

Novela completa :  aquí


domingo, 11 de junio de 2017

Tormenta de arena [2]

    




      A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta

Fragmento de Kafka en la orilla

Haruki Murakami 

viernes, 9 de junio de 2017

Milonga de dos hermanos



Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,

cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.

Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.

Velay, señores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.

Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le fue tendiendo un lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.

Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel.

Jorge Luis Borges

jueves, 8 de junio de 2017

Turbación

            
[Photo by Kathy Santelli]

    El sentía el aletear de mariposa de los párpados de ella, y el cosquilleo de sus pestañas curvas. Dentro del camarín de tela, los envolvía suavemente el calor mutuo que se prestaban: las manos, al sujetar bajo la barbilla la orla del vestido, se entretejían, se fundían como si formasen parte de un mismo cuerpo. Al fin el mancebo fue aflojando poco a poco el brazo y la mano, y ella apartó cosa de media pulgada el rostro. 

      La tela, deslizándose, cayó hacia atrás, y quedaron descubiertos, agitados y sin saber qué decirse. Llenaba la gruta el vaho poderoso de la robusta vegetación semi-palúdica, y el sofocante ardor de un día canicular. Fuera, seguía cayendo con ímpetu la lluvia, que tendía ante los ojos de la pareja refugiada una cortina de turbio cristal, y ayudaba a convertir en cerrado gabinete el barranco donde con palpitante corazón esperaban niña y muchacho que cesase el aguacero.


                               No era la vez primera que se encontraban así, juntos y lejos de toda mirada humana, sin más compañía que la madre naturaleza, a cuyos pechos se habían criado. ¡En cuántas ocasiones, ya a la sombra del gallinero o del palomar que conserva la tibia atmósfera y el olor germinal de los nidos, ya en la soledad del hórreo, sobre el lecho movedizo de las espigas doradas, ya al borde de los setos, riéndose de la picadura de las espinas y del bigote cárdeno que pintan las moras, ya en el repuesto albergue de algún soto, o al pie de un vallado por donde serpeaban las lagartijas, habían pasado largas horas compartiendo el mendrugo de pan seco y duro ya a fuerza de andar en el bolsillo, las cerezas atadas en un pañuelo, las manzanas verdes; jugando a los mismos juegos, durmiendo la siesta sobre la misma paja! ¿Entonces, a qué venía semejante turbación al recogerse en la gruta?  

                            Nada se había mudado en torno suyo; ellos eran quienes, desde el comienzo de aquel verano, desde que él regresara del instituto de Orense a la aldea para las vacaciones, se sentían inmutados, diferentes y medio tontos. La niña, tan corretona y traviesa de ordinario, tenía a deshora momentos de calma, deseos de ociosidad y reposo, lasitudes que la movían a sentarse en la linde de un campo o a apoyarse en un murallón, cuyo afelpado tapiz de musgo rascaba distraídamente con las uñas.

                         A veces clavaba a hurtadillas los ojos en el lindo rostro de su compañero de infancia, como si no le hubiese visto nunca; y de repente los volvía a otra parte, o los bajaba al suelo. También él la miraba mucho más, pero fijamente, sin rebozo, con ardientes y escrutadoras pupilas, buscando en pago otra ojeada semejante; y al paso que en ella crecía el instintivo recelo, en él sucedía a la intimidad siempre un tanto hostil y reñidora que cabe entre niños, al aire despótico que adoptan los mayores y los varones con las chiquillas,un rendimiento, una ternura, una galantería refinada, manifestada a su manera, pero de continuo. 

                     Ayer, aunque inseparables y encariñados hasta el extremo de no poder vivir sino juntos y de que les costase todos los inviernos una enfermedad la ausencia, cimentaban su amistad, más que las finezas, los pescozones, cachetes y mordiscos, las riñas y enfados, la superioridad cómica que se arrogaba él, y las malicias con que ella le burlaba. Hoy parecía como si ambos temiesen, al hablarse, herirse o suscitar alguna cuestión enojosa; no disputaban, no se peleaban nunca; el muchacho era siempre del parecer de la niña. 

                Esta cortedad y recelo mutuo se advertía más cuando estaban a solas. Delante de gente se restablecía la confianza y corrían las bromas añejas.

Fragmento de La madre naturaleza; Dña Emilia Pardo Bazán

miércoles, 7 de junio de 2017

Entre punzada y puntada

Entre punzada y puntada 
me declaro loca, demente ... [in]Sana
que pedalea bajo la lluvia 
que grita por las ventanas.

Entre puntada y punzada 
soy sirena con tacón de aguja
que aúlla en las madrugadas
loba fiel que clava sus dientes 
si la atacan los cobardes 
o algún tal caballero insolente.

Que si soy sirena,
el mar es mi mundo,
y es que mi canto se escucha
 en noches insomnes
y mi grito, mi desgarro
quien osó sencillamente
ultrajarlo.

Sí soy sirena 
mujer con tacón de aguja
aire, fuego, agua, tierra
soy mujer 
y no una mujer ...
...cualquiera
© MaRía
[Photo : Krakow by Adamus Hubert]


Los locos corren
por el pasto sin gritos
por la pradera venenosa
y por la piel, entre la luna.

Y los locos giran
sin temor al mareo.
De la casa al árbol,
de la ayuda al horror.

Cuando uno de los locos hable,
los cuerdos, retozando en la penumbra,
oirán el ruido
y verán las verdades.

Los locos que parecen aprisionados
por la muerte selecta del escándalo
tienen pechos rugosos
y bordeados de lumbre.

Y los locos lo saben.

Desde su atónito lenguaje,
por intersticios de meninges espectaculares,
los locos se precipitan
a paralizar el mundo de la muerte.

Aunque más no sea,
para sentarse a llorar.

No hay soles en sus días
Y en sus noches
sobreviven los colores de un ojo que no los ha deseado.

Por eso,
y porque la ventosa de fuego
rebalsa de temor
ante la fantasía de los sanos;
el obturador de los locos está presto
como una lanza.

Y al perforarnos de una vez
con una certera puntada entre la vida y el cielo


Los locos - Luis Alberto Spinetta

martes, 6 de junio de 2017

Rêve -[Soñar..]


tu m'émerveilles comme un rêve
 qui c'est enfin réalisé
et tu me fais mal comme un rêve
dont il va falloir m'éveiller

 Algo así como
 Me asombras como un sueño
 que se hizo realidad
 y me lastimas como un sueño
 del que voy a despertar

lunes, 5 de junio de 2017

Cinco minutos, solo cinco minutos

Soy una pequeña abeja furibunda
me gusta cambiar de color
me gusta cambiar de medida 
Alda Merini
[Photo by © Andrea Tomas Prato]


       Existen cinco minutos en la vida de toda mujer en que está dispuesta a todo. Alguien puede rebatirme que algunos más, y seguramente tendrá razón, pero sí hay un breve espacio de tiempo, lúcido y por ello, también cruel en que se toman decisiones que cambian el rumbo del destino, se plantean esquemas y estructuras biográficas,  y en ocasiones se madura de golpe, aunque madurar signifique dejar de ser.

      Es el momento del análisis frío y objetivo, desapasionado, en que muchas se preguntan porque han media vida intentando agradar a todo el mundo y tan poco a sí mismas, entregándose sin limites a los demás, a su familia, a los hijos o a su trabajo y dejando de mimarse el alma y el cuerpo. Y a pesar de todo se siente insatisfechas.


      A veces una palabra, un gesto, una mirada o un ideal invitan a recuperarse, a contemplarse hedonistamente frente al espejo y a pararse de golpe para redescubrir un matiz de esencia, un brillo diferente en los ojos, las ganas de vivir...

      La elección es dura y llena de concesiones, pero, se que las que han emprendido la tarea de volver a ser ellas mismas, de derrumbar muros y barreras, y lograron salir indemnes, hablan de fuerza y de pasión.

      Una mujer sola es un misterio, una atracción y también un temor.El que despierta en los hombres, que subyugados por lo que parece ser y puede que no, se adentran a machetazos más o menos certeros por la jungla de nuestro conocimiento. Osada colección de príncipes azules que destiñen y que muchas veces se amontonan en nuestra cajita de Pandora, buscando orden y concierto.



©María




*Publicado anteriormente en Desnudando Palabras a 8 de marzo de 2014

Tras el cristal

            

         No, no te confundas,  no hay caballeros andantes, príncipes encantados ni hombres perfectos; como tampoco hay princesas, mujeres, madres o amantes inmaculadas.

           Somos seres imperfectos. Y todos, absolutamente todos pecamos de inocentes, de crédulos, cuando pensamos que un día cualquiera llegará una persona que nos va a suplir nuestras faltas, nuestras necesidades, hacer realidad nuestros sueños y  por supuesto, será entonces justo con esa persona especial que seremos felices para siempre.

El para siempre no existe.

        Los sueños solo nosotros los podemos realizar, las necesidades son muchas y tantas veces un producto impuesto; las faltas solo nosotros podemos subsanarlas, superarlas o aceptarlas.

       No, no hay milagros, al menos milagros de este tipo. No hay magia, la magia somos nosotros mismos. Batallar por causas perdidas no es luchar, es desgastar lo poco que nos va quedando a lo largo del camino. 

       Sabemos cuando algo termina, cuando ya no hay cura para tanta herida, cuando nos es insoportable hasta el tacto de la piel.

Y es que, admitir que el sueño terminó, que no es eterno, duele, porque en el fondo, sentimos un vacío , un abismo inmenso, un dolor que retuerce...

    Llegar, dar , recibir, repartir y partir son hechos indiscutibles, impepinables de todo aquel que vive el instante, que fluye y siente en plena libertad.

No, no podemos permitirnos ser a penas un ser que sobrevive, estancado, que estaba adormecido en el sueño irreal de un "para siempre"


domingo, 4 de junio de 2017

Esto que viene , aquí y ahora ...

 Lo que no duele no es dolor

 Lo que duele no es el dolor. El dolor es sólo una consecuencia. El efecto secundario de algo que nos hizo sufrir y que todavía hoy sigue haciéndolo. Me gustaría que esto que tanto duele fuese lo que me aplasta el pecho y me araña las vísceras y el corazón. Esto que se puede paliar poco a poco, con consejos, amigos, medicamentos, horas, sobremesas y tazas de té. Pero algo me dice que no. Que lo que duele no es el dolor.
Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es la ausencia. El hueco que deja alguien que ya no está. Echar de menos con contrato indefinido. Y saber que quería llevársela y se la ha llevado, que ya está, que le han ganado la vida esas malditas seis letras que no pienso volver a juntar en mi boca nunca más.
Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es conocer un vivo menos. Borrar su número del móvil. Tener que frenarme cuando la iba a llamar y recordarme a mí mismo que ya no puedo, que un día pude, que lo hice menos de lo que debía y que ya nadie podrá.
Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es recoger los pedazos de quien se queda. No saber consolar a quien más quieres en este mundo. Tratar de estirarle los labios. Con una broma, un chascarrillo, una tontería. Fracasar.
Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es la distancia. Este saberse lejos de ti, este llevarte conmigo, ese llevarme contigo y aún así, ser incapaces de llevarnos más. Haber caído con nuestro mayor triunfo. Haber sucumbido ante nuestro mayor logro. Lo mejor que habremos hecho en nuestra vida. Algún díél nos lo explicará.
Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es no saber volverlo a intentar. Matar el nervio y dejar que se desangre la encía. Hablarlo tantas veces y acabarlas todas en ese silencio de punto final. Darnos por imposible. Constatar nuestra propia incompetencia. Seguir doliéndonos. Seguir mal.
Lo que duele no es el dolor. Es todo lo que dejamos atrás. El remolque desbocado de los recuerdos que nos perseguía al mismo ritmo y velocidad. Ahora sólo sabemos que le ha fallado el enganche, los frenos y no tenemos ni idea de en qué momento nos va a atropellar. Ni con qué.
Lo que duele no es ni siquiera llorar. Lo que duele es tener tantas razones para tener que hacerlo. Es esta maldita sequía de lágrimas. Es el miedo a quedarse solo y en pareja. Y esta cochina culpabilidad.
Lo que duele no es que la gente opine. Es que lo haga como quien habla del tiempo, alegremente y buscando de todo, menos ayudar. Que nos den consejos que no hemos pedido. Que inventen razones. Qué sabrán ellos. Qué sabrán.
Lo que duele no es el dolor.
Porque el dolor es esto que me viene aquí y ahora.
Lo que más duele es todo lo que vendrá.”

Me duele el alma



 y ya no sé qué hacer, 

Decírtelo a la cara voy , 
Es mirarte de lejos. 
Me duele el alma y voy a resolver 

Contarte lo que yo soñé
Mucho antes del infierno 
Yo no quería que el amor que es de mentira 

Sube igual que su caída 
Que al final no es nada 
Sé que te hace tonterías 
Te da valor 
Y a los cien días no queda nada 
Y yo quierooo 
Que se mueran de envidia 
Que nos odien por ver 
Que se encienden las luces 
en las madrugadas cuando rozo tu piel. 
Que se mueran de envidia 
Aunque muertos ya estén 
Los que todo maquillan 
Los que día tras día no se atreven a ser 



Me duele el alma y llega a retorcer 

Princesa, que te vaya bien 
Que dure mucho tu cuento 
Me duele el alma y te desearé 

Que nunca de las doce y qué,
no hayas llegado a tu puerto 
Yo no quería que el amor que es de mentira 
Que sube igual que su caída 
Y que al final no es nada 
Que sé que te hace tonterías 
Te da valor 
A los cien días no queda nada 
Y yo quiero
Que se mueran de envidia 
Que nos odien por ver 
Que se encienden las luces en las madrugadas
 cuando rozo tu piel 
Que se mueran de envidia 
Aunque muertos ya estén 
Los que todo maquillan 
Los que días tras día no se atreven a ser. 



Que se mueran de envidia 

Que nos odien por ver 
Que se encienden las luces en las madrugadas
cuando rozo tu piel 
Que se mueran de envidia 
Aunque muertos ya estén 
Los que todo maquillan 
Los que día tras día no se atreven a ser. 


Me duele el alma y quiero resolver. 

viernes, 2 de junio de 2017

Abracadabra



[Fotografía: Chris Mangune]

Las palabras
esas misteriosas manchas,
como una ciudad en ruinas
que resucitamos 
cuando nos reflejamos 
entre hendiduras
de cada uno de sus corazones.

Las palabras
como damas o muñequitas
en un papel donde ponemos
todas nuestras cosas
esas 
que suelen gritar en nuestro
camino antes de lanzarse...
... al abismo

miércoles, 31 de mayo de 2017

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