Estaba boca abajo, agachada sobre manos y rodillas, como un perro, apretando los muslos y temblando. Leo se acercó a ella y le dijo que se apoyara en los codos. Cuando ella empezó a estirare, él le levantó el trasero y le apartó las rodillas para que nada pudiera impedirle penetrarla con facilidad.../...
.../... Sintió que una mano le abría los bordes y que la punta del poderoso aparato rozaba el blanco. Estaba inmóvil, pero contraía involuntariamente los músculos de la entrada posterior. Cuando el príncipe empezó a empujar, no pudo entrar. Trató en vano de lograrlo, mientras Grushenka no hacía más que gritar y gemir de dolor. Aún cuando todavía no le dolía, adivinaba que muy pronto le dolería. Todas en la habitación se excitaron por aquella violación no acostumbrada, y las chicas que presenciaban aquello se encontraban en un estado de gran inquietud.../...
Una de las muchachas se levantó rápidamente y cogió del tocador un tarro de ungüento. El príncipe, mirando hacia abajo, pudo ver como la muchacha le untaba amorosamente el instrumento con el ungüento blanco; después vio como lo hacía con el orificio pequeño y contraído de la joven, alrededor y por fuera; luego, le introdujo cuidadosamente un dedo en el tubo, entrando y saliendo, y untándolo regularmente para suavizar el camino.
No puede dejar de pensar en él. Cierra los ojos y vuelven las imágenes compartidas a martillearle una a una, una y otra vez.
Contempla el cielo azul, limpio, brillante de sol, bajo la mirada despacio y frente a ella , montañas decoradas con hileras de casitas blancas con tejados ocres.Se fijó en las ventanas, detrás de cada una de ellas, una historia, le gusta imaginárselas. Está al otro lado de la cala que los separa. Ella viste pantalones de algodón claros, anchos por la calor , remangados hasta las rodillas para que el agua refresque sus piernas, le encanta el ir y venir de las olas serenas. Necesita el color, el sonido, el olor y hasta el sabor del mar, solo él que ha nacido cerca puede sentir. Intenta relajarse antes de que aparezca,la pone nerviosa su espera, siempre le ocurre. De pronto, pero muy suavemente y en silencio, siente su mano cogerla la cintura.Le encantan sus manos, delgadas y finas, le resultan muy varoniles. La besa la nuca y siente el beso húmedo de sus labios carnosos, se gira para verle, tiene una sonrisa tan bonita; pero mejor es su mirada. Nunca le gustaron los ojos azules, le producían cierta desconfianza, sin embargo, su mirada es penetrante y profunda.
Pasean en silencio, deseosos de estar a solas, van hacia la habitación escogida. Subiendo hacia ella, retira su mano ansiosa, no quiere que se adelante. Cuando entran, ella ya húmeda, no puede evitarlo, su sola presencia la excita. Le acaricia el pelo, es oscuro y largo, como a él le gusta, ella siempre accede gustosa a sus deseos, le gusta que así sea y así debe ser. Intenta hablarle pero no quiere, le tapa los labios con su dedo índice, hoy no quiere decir nada, hoy no quiere que le diga nada. Se acomoda en la amplia cama y ella, de pie, empieza lentamente a desnudarse para él , todo sucede según lo previsto, le aprieta contra su pecho y deja que baje. Lo toma del pelo volviéndolo a apretarlo contra ella, le gusta tanto su olor, lo sienta tan de ella , le acaricia el cuerpo, se detiene a su antojo, le pasa la punta de la lengua donde mas le gusta, como solo el sabe hacerlo, él le enseño su propia satisfacción. La penetra por delante sin dejar de mirarse a los ojos, lo hace muy despacio, le gusta oír sus gemidos, mirarla a la cara cuando grita de placer. Acaba, ha pasado mucho, mucho tiempo, mas del habitual, están sudando; se acarician las pieles , húmedas, trémulas. Víctor se levanta y va ha darse una ducha, es hora de irse; no quiere esperar que acabe, esta vez, se ahorrará el bochornoso y humillante tramite;también podrá ahorrarse el dinero. Es su regalo de despedida. Se he dado cuenta hoy, que no puede vivir sin él.